sábado, 30 de abril de 2011

Os livros

Uma bonita elegia aos livros, amigos «leais» que ouvem em silêncio  o nosso «ardor de cada dia», e quando a paz regressa, ou quando nos dispomos  a ouvi-los, ainda são capazes de apaziguar a nossa inquieta alma com um conselho sensato.
             
                Num exemplar das Geórgicas
Os livros. A sua cálida,
terna, serena pele. Amorosa
companhia. Dispostos sempre
a partilhar o sol
das suas águas. Tão dóceis,
tão calados, tão leais.
Tão luminosos na sua
branca e vegetal e cerrada
melancolia. Amados
como nenhuns outros companheiros
da alma. Tão musicais
no fluvial e transbordante
ardor de cada dia.
                                                Eugénio de Andrade

sexta-feira, 29 de abril de 2011

Difícil é...

 Hoje estou muito introspectiva. O poema que partilho transmite uma mensagem, ou melhor suscita uma dúvida: Quem és tu?


É fácil trocar as palavras,
Difícil é interpretar os silêncios!
É fácil caminhar lado a lado,
Difícil é saber como se encontrar!
É fácil beijar o rosto,
Difícil é chegar ao coração!
É fácil apertar as mãos,
Difícil é reter o calor!
É fácil sentir o amor,
Difícil é conter sua torrente!

Como é por dentro outra pessoa?
Quem é que o saberá sonhar?
A alma de outrem é outro universo
Com que não há comunicação possível,
Com que não há verdadeiro entendimento.

Nada sabemos da alma
Senão da nossa;
As dos outros são olhares,
São gestos, são palavras,
Com a suposição
De qualquer semelhança no fundo.
                                  Fernando Pessoa

sexta-feira, 22 de abril de 2011


Queimada Viva


Resumo
por Beatriz Meneses

2004

        Souad vivia numa aldeia da Cisjordânia juntamente com quatro irmãs, um irmão e os pais. Era uma família que seguia os costumes muçulmanos. Souad trabalhava desde o nascer do sol até ao anoitecer nas terras do pai, juntamente com as irmãs. Durante toda a sua infância viveu perseguida pelo medo dentro das quatro paredes de sua casa, de onde só saía para ir trabalhar para o campo. Era praticamente escravizada pelo pai, tal como todas as mulheres da aldeia o eram pelos seus familiares homens. Todos os dias ele lhe batia, e, muitas vezes, sem a menor explicação. Um dia, apaixonou-se cegamente por um vizinho que avistou da varanda do quarto. Tinha então dezassete anos, uma idade considerada tardia para casar. Depois de três encontros com esse homem, Faiez, nas terras do pai, ficou grávida. Sabia que a sua punição seria, obviamente, a morte. Tentou, desesperadamente, por muitas vezes, abortar, mas aos cinco meses a sua gravidez já era tão evidente que a família descobriu. Com o consentimento do pai, o cunhado tenta então matá-la, regando-a com gasolina e pegando-lhe o fogo. Sobrevive e é levada para um hospital onde é terrivelmente maltratada, pois toda a gente sabe porque a queimaram. A própria mãe vai lá e tenta matá-la. Souad vive num tormento e, uma noite, dá à luz o filho, completamente sozinha. Um dia é visitada por Jacqueline, uma médica de uma organização de ajuda humanitária no Oriente, que depois de um complicado processo, a leva para a Suiça juntamente com Marouan, seu filho. Lá, é devidamente tratada e vai viver para uma casa de acolhimento. Passados quatro anos decide ir viver sozinha e deixa o filho com a família que os acolheu. Finalmente, casa e tem duas filhas. Agora é feliz com a família, mas psicologicamente, continua muito afectada pelo trauma da infância, pelo filho que involuntariamente rejeitou e pelo seu aspecto físico. O facto de não poder mostrar os braços ou o pescoço, por apresentarem lesões de queimaduras deixa-a terrivelmente deprimida. Passados quinze anos de ter saído da casa de acolhimento, Souad encontra-se com o filho Marouan, que vai viver para sua casa juntamente com a sua família.
        Muito a medo, e devido à insistência de Jacqueline, Souad contou a sua vida em público para que se tome conhecimento e se acabe com o assassínio de mulheres orientais devido a “crimes de honra”.
Beatriz Meneses

quarta-feira, 20 de abril de 2011

Em espanhol, por que não?


SABATO, Ernesto (2008). El túnel, Barcelona: Editorial Seix Barral, S.A.

Al fondo del túnel, la muerte.

 en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario:
el mío, el túnel en que había transcurrido
 mí infancia, mi juventud, toda mi vida.
Ernesto Sabato


El Túnel, de Ernesto Sábato, una obra que tiene un título cuja  pequeñez es inversamente proporcional a la inmensidad de signos velados y sorpresas que puede encerrar.
 Hace pensar en un camino oscuro, lleno de misterios, cuyos enigmas me despiertan una enorme voluntad de descifrarlos como si fueran un llamado irrechazable. Y además, después de leer el texto de la contraportada, me he dado cuenta de que se trataba de una peculiar historia de amor, soledad, engaño y asesinato. También llamó mi atención el hecho de que el autor de "El Extranjero", Albert Camus[1] refrendó esta obra “ante la crítica mundial”.  Y porque todas las visiones de la vida me interesan, me animé a la descubierta de la “visión metafísica del existir” y salí de mí para cogerla en el testimonio de esta obra.  La acción humana encierra y siempre encerrará incontables puntos de interrogación y siempre que se abre la “caja” de la existencia y se encuentra la solución para uno de ellos, un cualquier suceso pone en causa todas las respuestas revalidando al ser humano el recóndito reconocimiento de su propia finitud.
La oscuridad de este túnel misterioso que sigue en la vida real actual, en el sufrimiento de muchísimas de mujeres maltratadas y torturadas hasta la muerte a las manos de aquellos que juraron amarlas “todos los días de su vida”, en todo el mundo. Son las mentes perniciosas de muchos “Castel” que persiguen por las calles de la vida, las Marías que osaron acechar por la “ventana” de sus corazones, sin lograr ver al fondo del túnel la verdadera esencia enferma de celos, o de pura maldad, que encubría ese ser que se convertiría en su carrasco. Es de un realismo atroz, cuando verificamos que estas víctimas tienen rostros y nombres y que sufren en el cuerpo y en el alma toda la locura ajena. «La violencia es la responsable del siete por ciento de la mortalidad femenina en el mundo en el segmento de edad de 15 a 44 años. En algunos países, hasta el 69 por ciento de las mujeres aseguran haber sufrido agresiones físicas en algún momento de su vida y el 47 por ciento dicen que su primera relación sexual fue obligada».[2] Estos datos avergüenzan al Hombre que se dice dotado de razonamiento y de inteligencia. En toda la Europa el cuadro está teñido de colores negros y sombríos por la realidad del maltrato. En 2008 el Consejo de la Europa publicó unos datos «escalofriantes y dramáticos: un 25% de las mujeres europeas ha sufrido malos tratos una vez en su vida y un 10% ha sido víctima de agresiones sexuales».[3] El problema es real, las denuncias se hacen en la prensa y en la policía, pero estos crímenes escasamente resultan en punición efectiva. Al contrario, somos obligados a asistir a la pasividad de los gobiernos delante de este flagelo, como si fuera preferible ignorarlo a atacarlo. Tal vez no se hayan dado cuenta de que el proverbio popular: Entre marido y mujer no metas la cuchara, ha sumergido en el despropósito.
            Encerrado en su mórbido egoísmo velado en su taller, este pintor (Juan Pablo Castel) osó tentar explicar una monstruosidad inexplicable. En sus palabras se vislumbra una profunda contradicción.

 ¡Cuántas veces me he quedado aplastado durante horas, en un rincón oscuro del taller, después de leer una noticia en la sección policial! Pero la verdad es que no siempre lo más vergonzoso de la raza humana aparece allí; hasta cierto punto, los criminales son gente más limpia, más inofensiva (…) ¿Un individuo es pernicioso? Pues se lo liquida… (…) En lo que a mí se refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco. (Sabato, 2008:7,8)
           
El narrador demuestra tener un espíritu extremamente sensible a los actos criminales que lee en la prensa y parece ver más allá de lo que está escrito, experimentando, incluso, un sentimiento de vergüenza.  En seguida, paradójicamente, llama a sus autores de limpios e inofensivos, para inmediatamente opinar que deben ser muertos los individuos perniciosos. ¿Se referirá él a los criminales o a sus víctimas? Y ¿adonde se incluye a él propio, cuando declara que debería haber matado unos cuantos más? ¿Se considerará una víctima? Es lo que parece.  Me causó escalofríos y tuve la nítida sensación de haber entrado en la mente peligrosa de un psicópata para quién la vida humana no vale nada. En todo el según capítulo, el narrador hace una introducción sui géneris en la que dice conocer «bastante bien el alma humana para prever que pensarán en vanidad», por querer relatar su éxito. No obstante, creo que esconde, por detrás de sus angustiadas contradicciones, una sutil crítica a la humanidad por su propio aislamiento y por no haberlo comprendido.  Al leer la última frase del según capítulo: «Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.», una interrogación sobresale: ¿Por qué? Y entonces, continuamos la lectura para obtener las respuestas.  Entremos en el túnel y hagamos el camino inverso. La respuesta me parece acontecer en el capítulo   XXXVI, cuando se da cuenta de que en los túneles en los que María y él estuvieron viviendo, o mejor dicho en los que la imaginación de Castel vivió un amor de ficción, no existían pasadizos, y, por ello, no podrían jamás encontrarse.  Todo fue «una estúpida ilusión». En cada recusa de María, su imaginación enferma se yergue en un muro de vidrio que él cree que le muestra claramente la alevosía de su amante y, por consiguiente, los motivos de sus recusas.  Decide entonces, en un acto de egoísmo y celos, acabar con su compañera de viaje por el túnel oscuro y laberíntico de su mente. En los momentos que anteceden el crimen, Castel siente que su destino «era infinitamente más solitario que lo que había imaginado». El vacío de su existencia se convertiría en la tumba de la única mujer que habría podido rellenarlo y en su propia cárcel definitiva. 
            La mente humana sigue siendo una gran sorpresa y creo que todas las acciones humanas van allá de sí mismas, por veces, en un inconsciente dubio y marchitado de colores sombríos. Con la lectura de esta obra, tuvo la oportunidad de hacer una pequeña pesquisa cuya temática apenas se encaja en el ámbito de este trabajo. Constaté que la estrecha senda hasta la igualdad, sobre todo la de género, tiene aún muchos obstáculos que deberán ser eliminados. Desde la “ventana” de mi pequeño mundo vi y oí los ecos, quizás ya indistintos, de voces silenciosas que claman justicia. Todas las veces que el sonido /’t u n e l/ llegar a mis oídos, me acordaré de que hay, por ahí, muchos “Castel” solitarios entre la muchedumbre, intentando llenar sus existencias vacías…
                                                           Y lo lamentaré.

17 de Junho de 2009
Lurdes Meneses


[1] Albert Camus (1913 —1960) Novelista, ensayista, dramaturgo y filósofo francés. Desarrolló en su muy diversa obra un humanismo fundado en la concienciación de lo absurdo de la condición humana.
[2] http://www.minutodigital.com/actualidad2/2009/01/11/la-mitad-de-las-74-mujeres-muertas-a-manos-de-sus-parejas-en-2008-eran-extranjeras/
[3] http://www.observatorioviolencia.org/opiniones.php?id=18

terça-feira, 19 de abril de 2011

Para provar que o escritor está de fato liquidado

 «Viver é uma coisa cansativa, conclui, metafísico e preguiçoso, olhando seu gato. "O amor é uma neurose", disse um médico meu amigo. "O amor é apenas uma forma de preconceito", escreveu numa carta outro amigo, citando um autor ora em moda. O escritor uma vez ficou apaixonado durante exatos vinte minutos por uma menina do Shopping» (Aquino, 1985:49).

Excerto de um conto de Marçal Aquino, «Para provar que o escritor está de fato liquidado», de 1985, republicado em 2003 na colectânea com o título Famílias terrivelmente felizes.

As palavras...

São como cristal,
as palavras.

Algumas, um punhal,
um incêndio.
Outras,
orvalho apenas.

Secretas vêm, cheias de memória.
Inseguras navegam:
barcos ou beijos,
as águas estremecem.

Desamparadas, inocentes,
leves.
Tecidas são de luz
e são a noite.
E mesmo pálidas
verdes paraísos lembram ainda.

Quem as escuta?
Quem as recolhe,
assim,cruéis, desfeitas,
nas suas conchas puras?

Eugénio de Andrade

"Uma hora de histórias" na Biblioteca Escolar

"Uma hora de histórias" na Biblioteca Escolar
contadas pela Liliana, no dia das Bibliotecas Escolares

Toda a ansiedade começou quando a professora de Educação Física nos disse:
- Na próxima aula não tragam o material, porque vão ouvir histórias para a biblioteca!
Esperámos até à aula seguinte com muita curiosidade… Como seria?... Quem nos contaria as histórias?... Tanto mistério!
Finalmente chegou o dia! A angústia acabou.
Abriram-nos a porta e entrámos na biblioteca. Levaram-nos ao encontro de uma senhora, com ar simpático, que nos recebeu com muitos sorrisos de satisfação.
Sentámo-nos numas mantinhas e, finalmente, ia haver respostas para todas as perguntas que surgiram sobre o momento.
A senhora apresentou-se dizendo que se chamava Liliana. Vinha da Marinha Grande para fazer renascer a criança que há em nós, e assim foi.
Começámos com um jogo de concentração. Apenas saber observar, era o que tínhamos de fazer. Muito engraçado!
Depois informou que ia contar duas histórias, uma com livro, outra sem.
“Três Histórias do Futuro” começou por nos contar. Uma história engraçada que nos leva a perceber que nada substitui o amor de um pai.
Seguidamente, jogámos outro jogo sobre títulos e autores, estrangeiros e portugueses.
No final do jogo, um bom elogio inundou os nossos ouvidos. Disse-nos que realmente demonstrámos que gostamos de ler.
Contou-nos outra história, “O Pinto Careca”. Muito engraçada, realmente!
Foi um óptimo momento.
As histórias infantis não perdem a sua graça.

Escola Secundária de S. Pedro do Sul, 26 de Outubro de 2009

Isabela Queimadela, Margarida Martins, Júlio Girão, Rita Esteves (Área de Projecto – 7º A)